Experiencias que todo viajero de verdad debe vivir
El punto de viajar es tener experiencias que nos duren para toda la vida, y adentrarse en la cultura de otros países y vivir al extremo estas oportunidades deben ser siempre el norte de un viajero. Les dejo una lista de experiencias que HAY que vivir para ser un verdadero viajero.
Porque en algún momento hay que saciar esa curiosidad gastronómica que nos empuja a averiguar si ese ‘gusanito frito’ realmente sabe a pollo o ese saltamontes a gamba. No hay que pasarse de valiente pero tampoco hay que negarse en rotundo, puede que nos llevemos una grata sorpresa.
Muy lejano, desconocido…ese rincón del muno al otro lado del ecuador, en el otro hemisferio, cerca de los polos o al que llegarás después de atravesar varios husos horarios. Podría ser Nueva Zelanda, Groenlandia, el salvaje centro de Australia lejos de la civilización a los pies del Monte Uluru, o alguna isla perdida como Gili Island en Indonesia.
Hay algo irresistiblemente mágico en dormir al aire libre, bajo la luz de las estrellas. Plantar tu tienda en un lugar sin permiso para envolverte en tu saco de dormir mientras oyes el silencio de la naturaleza es algo que hay que vivir y disfrutar al menos en una ocasión.
Hay lugares a los que te asomas y la piel se pone de gallina. Lugares míticos y también místicos que parece que sólo existen en las guías pero que son reales y alcanzables. Hay cientos pero si tuviéramos que elegir nos quedaríamos con alguno de estos: el Machu-Pichu, el salar de Uyuni en Chile, la bahía de Halong en Vietnam, Katmandú mirando el Everest, la impresionante Beachy Head en Inglaterra, las montañas de Guilin en China o el templo de Borobudur en Jogjakarta, Indonesia.
1. Hacer un road trip ( o varios)
Todo el mundo debería vivir un road trip al menos una vez en la vida y darle sentido a la expresión ‘carretera y manta’. Un viaje de este tipo es una aventura asegurada memorable y llena de anécdotas sin planes preestablecidos, sin límite de equipaje ni restricción de líquidos, en el que podrás cantar hasta desgañitarte, poner la música que quieras, conocer varios destinos de una vez y parar a comer donde te apetezca.
2. Probar algún bichito
Porque en algún momento hay que saciar esa curiosidad gastronómica que nos empuja a averiguar si ese ‘gusanito frito’ realmente sabe a pollo o ese saltamontes a gamba. No hay que pasarse de valiente pero tampoco hay que negarse en rotundo, puede que nos llevemos una grata sorpresa.
3. Viajar a algún lugar remoto
Muy lejano, desconocido…ese rincón del muno al otro lado del ecuador, en el otro hemisferio, cerca de los polos o al que llegarás después de atravesar varios husos horarios. Podría ser Nueva Zelanda, Groenlandia, el salvaje centro de Australia lejos de la civilización a los pies del Monte Uluru, o alguna isla perdida como Gili Island en Indonesia.
4. Acampar en un paraje idílico
Hay algo irresistiblemente mágico en dormir al aire libre, bajo la luz de las estrellas. Plantar tu tienda en un lugar sin permiso para envolverte en tu saco de dormir mientras oyes el silencio de la naturaleza es algo que hay que vivir y disfrutar al menos en una ocasión.
5. Conocer algún paisaje sobrecogedor
Hay lugares a los que te asomas y la piel se pone de gallina. Lugares míticos y también místicos que parece que sólo existen en las guías pero que son reales y alcanzables. Hay cientos pero si tuviéramos que elegir nos quedaríamos con alguno de estos: el Machu-Pichu, el salar de Uyuni en Chile, la bahía de Halong en Vietnam, Katmandú mirando el Everest, la impresionante Beachy Head en Inglaterra, las montañas de Guilin en China o el templo de Borobudur en Jogjakarta, Indonesia.
¿Qué más se te ocurre?
Fuente: www.viajandoporelmundo.net
Estoy muy de acuerdo contigo. Excelente!
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